sábado, 12 de diciembre de 2015

10 escalones


Las tengo. Juntas. Todas. En una cajita. Ahí están, míralas: son las razones que confirman que tu ausencia quema. Duele. Cada día. Duele el calor del lado izquierdo de mi cama. Ahora, casi nunca está frío: intento vano, desgarrador e inútil de llenar el vacío, también el físico, que empieza y termina en tu G. En mi G. Duele el café de sábado si no es contigo. Duele imaginar tu espalda en cada abrazo ajeno. Tan ajeno como las miradas que se cruzan y no visten de azul. Duele que el mapa de los lunares que busco, y encuentro, no tengan tus fronteras. Duele que después de las mentiras de rigor, de los hasta la próxima, de los nos vemos, sean mis dedos los que te echen de menos y lloren párrafos tristes que sólo hablan de ti.