domingo, 31 de enero de 2016

Dos cravos


Y si revolución pierde su cedilla
y neutralidad se instala en tu cama
y las 02:00
ya no te desagarran el alma.
Y si tu soledad ya no es poesía
y los canallas
ganan.
Y tu rima se hunde en el pueblo
y dejas morir tu calma
y tu palabra no rasga
y tu abrazo no duele
y tus claveles
sangran.
Y si tus mañanas no ahogan
y tu urgencia,
tu credo
tu balada
tu silencio
o tus sures
no calan.
Si todo eso pasa
amor,
si desde tu ventana ya no ves bahía
que empape mi verso,
si lo encuentras cansado,
lento,
atrincherado,
llorando sin lágrimas
soportando la metralla
de tu nada.
Si el 25 de abril
solo es un jueves del 74
déjame ir,
libre,
sola,
desnuda
con mi espalda naufraga
y mi herida fresca.
Iré por el camino de las mañanas
que aún saben
guardar secretos
en cajitas
saladas.

sábado, 12 de diciembre de 2015

10 escalones


Las tengo. Juntas. Todas. En una cajita. Ahí están, míralas: son las razones que confirman que tu ausencia quema. Duele. Cada día. Duele el calor del lado izquierdo de mi cama. Ahora, casi nunca está frío: intento vano, desgarrador e inútil de llenar el vacío, también el físico, que empieza y termina en tu G. En mi G. Duele el café de sábado si no es contigo. Duele imaginar tu espalda en cada abrazo ajeno. Tan ajeno como las miradas que se cruzan y no visten de azul. Duele que el mapa de los lunares que busco, y encuentro, no tengan tus fronteras. Duele que después de las mentiras de rigor, de los hasta la próxima, de los nos vemos, sean mis dedos los que te echen de menos y lloren párrafos tristes que sólo hablan de ti.

martes, 13 de octubre de 2015

Verso a beso

Vérsame sin rima y sin metáfora.
Con tu prosa poética,
con tu rimo constante.

Vérsame con fuerza,
con prisa,
con rabia.

Vérsame sin pudor,
con la urgencia de la última vez,
con el desgarro de tu ausencia.

Vérsame consciente
de mis cornisas,
de mis precipicios.

Vérsame con todas tus consecuencias,
las que me queman,
las que me curan.

Vérsame sabiendo
que tus dedos en mis muslos
evaporan cualquier hielo,
que el temblor de mis rodillas
es ya un punto y final.

Vérsame libre.

lunes, 31 de agosto de 2015

Memorias


Háblame. Háblame del tiempo. Háblame de la historia. De tu historia. Háblame para que comprenda. Para que construya. No te vayas sin decirme como deshacías el nudo de tu garganta cuando el monte era refugio. Háblame para vencer a esa vida que se empeña en borrarte las palabras. Háblame sin prisa. Hasta que tus recuerdos me empapen, hasta que sepan salados en mi boca. Háblame para que no olvide el sabor del centeno, ni el olor a miedo, ni el horror en tus manos. Háblame de los caminos al norte. De los vencidos. Háblame de los porqués de tu lucha.

Háblame para que comprenda. Para que construya. Para que no olvide. Háblame para que pueda tejer pasados y cambiar futuros.

Sobre el insomnio y las noches de verano

Te reto. Te reto a que leas conmigo. A correr detrás de Lulú en el pasillo de un tren. A que confíes en el cerrojo de su baño traqueteante. A que no puedas más. A que sientas en tu labio de abajo el sabor putrefacto del jodido sueño americano. A que pasees por Boulevard Street y reconozcas a quien siguió tu conversación en ese antro pegajoso en el que te emborrachaste anoche. Te reto a que tu también creas que el amor es un perro del infierno escrito en una servilleta de bar. Te reto a que me digas a qué te sabe la utopía de aquel poeta y a que me confirmes que prefieres no salvarte. A pronunciar Lo-li-ta. A que pruebes los dos lados de mi triángulo isósceles. Y a que seas inquilino en mi Aleph particular. Te reto a ser Silvio una tarde cualquiera. A liar tu risa y la mía. Y a hablar de cambio y de revolución mientras el humo te envuelve. Y me envuelve. Te reto a escuchar, una vez más, esa canción triste de Ismael. Intenta no sonreír de medio lado cuando te diga que al final sí se pudo, y que esa canción ahora es himno. Te reto a que recuerdes el beso que no me diste la noche del domingo verde. A que me mientas y digas que aquella vez tampoco te diste cuenta. Yo volveré a fingir que no sé que miras hacia abajo cuando estás nervioso. A que subas los tres tramos de escalera reglamentarios que solían llevar al cielo desde el barrio más obrero de Madrid. Y a que intentes bajar Doctor Fourquet con la alegría de aquel día. Te reto a que sigas arreglando el mundo vestido de domingo y a que bebas ginebra en vasos de cristal fino. Te reto a que hables por encima de Vincent y Jules, a que provoques mi ironía y a que dejes que te ponga nervioso en un bar cualquiera. A que me digas de nuevo que la fidelidad es cuestión de ideología. Siempre tan libre, siempre tan libres.Te reto a que vengas. Ven. Ven sólo si quieres. Pero si vienes, ven sin salvavidas.

viernes, 5 de octubre de 2012

De venas y mapas


Las gotas de lluvia se le clavaban con fuerza en su mano derecha, en una lucha lenta pero constante con las siluetas con las que el virginia intentaba seducir su muñeca. En el lado oeste de su cuerpo, la incertidumbre se dejaba notar en forma de pequeñas briznas de esmalte de uñas granate impregnadas en la madera del fósforo, culpable del agradable sabor que las musas dejaban en ella. Sí, el rojo le sentaba bien. Recordaba que era rojo aunque ahora solo se viera un gris algo distinto al resto. Recordaba cada sensación congelada en aquel momento, hoy arrugado y con olor a demasiado tiempo. Recuerdos que vivirían para siempre recogidos en el enmarañado mapa que las venas de esas mismas manos se empeñaban en trazar.