viernes, 5 de octubre de 2012

De venas y mapas


Las gotas de lluvia se le clavaban con fuerza en su mano derecha, en una lucha lenta pero constante con las siluetas con las que el virginia intentaba seducir su muñeca. En el lado oeste de su cuerpo, la incertidumbre se dejaba notar en forma de pequeñas briznas de esmalte de uñas granate impregnadas en la madera del fósforo, culpable del agradable sabor que las musas dejaban en ella. Sí, el rojo le sentaba bien. Recordaba que era rojo aunque ahora solo se viera un gris algo distinto al resto. Recordaba cada sensación congelada en aquel momento, hoy arrugado y con olor a demasiado tiempo. Recuerdos que vivirían para siempre recogidos en el enmarañado mapa que las venas de esas mismas manos se empeñaban en trazar.